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Las gafas de natación son dispositivos especialmente diseñados para evitar que el agua entre en los ojos mientras se nada. Los utilizan tanto los deportistas como los que no lo son. El cloro de las piscinas y la sal del océano pueden causar irritación en los ojos y reducir el disfrute o el rendimiento de la natación. Además de evitar que los productos químicos entren en contacto con los ojos, ayudan al nadador a ver mejor bajo el agua. Las gafas de natación suelen ser de una sola talla, pero muchas pueden ajustarse para que se adapten perfectamente a la cara y la cabeza.

Ponte las gafas y úsalas en el agua para evaluar su rendimiento en términos de ajuste y sujeción en la cabeza durante la actividad acuática. Si las gafas empiezan a doler después de un minuto o dos, están demasiado apretadas. Si apenas se mantienen, hay que apretarlos.

Localice la palanca de ajuste de la correa, que se encuentra en las propias correas, normalmente en los laterales o en la parte trasera, y tiene forma de hebilla o broche.

Tire hacia arriba de la palanca o el clip para liberar su agarre en las correas con una mano, y utilice la mano libre para tirar de cualquier lado de las correas para aflojarlas o tensarlas. Para aflojar las correas, tire de ellas hacia fuera o lejos de las gafas, y para apretarlas, tire de las correas a través de la hebilla o del cierre hasta la sección forrada de las correas. Suelte o presione el cierre en su lugar una vez que haya cambiado las correas. Póngase y utilice las gafas de nuevo en el agua para determinar si se han ajustado lo suficiente.

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