Después de estirar y doblar una serie de saludos al sol y soplar unas cuantas chaturangas, te convences de que el yoga no consiste sólo en estirar. Mientras sudas en tu esterilla y te contraes en varias posturas tipo pretzel, piensas que esta rutina mente-cuerpo debería considerarse un ejercicio de cardio.

Ni que decir tiene que las prácticas tranquilas y lentas, como el Yin Yoga o el Yoga Restaurativo, no ofrecen beneficios cardiovasculares. Por otro lado, las prácticas rigurosas, como el Ashtanga, el Vinyasa y el Power Yoga, pueden elevar el ritmo cardíaco durante ciertas partes de la sesión. La cuestión es si este periodo es lo suficientemente intenso o largo como para obtener los beneficios de un entrenamiento cardiovascular.

Definición de “cardio”.

Los ejercicios cardiovasculares utilizan grandes grupos musculares para aumentar la frecuencia cardíaca hasta al menos el 65% de la frecuencia cardíaca máxima durante un periodo de tiempo prolongado. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades recomiendan hacer al menos 150 minutos de cardio a la semana para tener una buena salud física y mental. Los ejercicios cardiovasculares tradicionales incluyen caminar a paso ligero, correr, montar en bicicleta, nadar y bailar.

La actividad cardiovascular aumenta la fuerza y la eficacia del corazón y del sistema respiratorio. También te ayuda a quemar calorías para equilibrar las que ingieres a través de la comida y la bebida para controlar tu peso.

El perro de la calle no es un ejercicio cardiovascular

Es posible que veas muchos entrenamientos en línea o en revistas bajo el nombre de “cardio yoga”. No se trata de un yoga tradicional, sino de entrenamientos que combinan las posturas clásicas de yoga con ejercicios más tradicionales para proporcionarle los beneficios del cardio. El yoga tradicional, incluso los estilos más rigurosos, no cuenta para los 150 minutos semanales de ejercicio cardiovascular de intensidad moderada necesarios para gozar de buena salud, según la Asociación Americana del Corazón.

Si no estás en buena forma o si el yoga es nuevo para ti, puede que encuentres que muchas posturas son desafiantes y aumentan tu ritmo cardíaco. Sin embargo, normalmente no se trata de un periodo de tiempo prolongado, sino sólo de unas cuantas respiraciones o, como mucho, de unos minutos. El ritmo cardíaco no suele ser lo suficientemente alto durante una clase de yoga como para considerarlo un entrenamiento cardiovascular. Los aspectos clásicos de estiramiento, fortalecimiento y meditación del yoga son muy beneficiosos para la salud del corazón, pero no en forma de entrenamiento cardiovascular.

No renuncies al yoga

Aunque no es un sustituto de la carrera, el yoga ofrece beneficios físicos, mentales y emocionales, e incluso puede ayudarte a rendir mejor cuando te embarques en una sesión de cardio. El yoga no sólo proporciona flexibilidad y, dependiendo de la práctica, entrenamiento de la fuerza, sino que activa músculos a los que quizá no se dirija en sus entrenamientos habituales. Así se evitan los desequilibrios que conducen a las lesiones. Además, mantenerse flexible le permite mantener su rango de movimiento para todos los deportes y actividades diarias.

Además, una práctica regular de yoga de una hora al día puede hacer que su corazón esté tan en forma -o incluso más- que el de alguien que realiza una actividad física aeróbica regular. Un poco estudiar en el que participaron 58 personas y que se publicó en un número de 2015 de la revista International Journal of Yoga, comparó la salud del corazón de los yoguis habituales con la de las personas que realizaban una actividad cardiovascular regular durante al menos siete horas a la semana. Los investigadores descubrieron que los yoguis obtuvieron mejores resultados en algunos parámetros cardiorrespiratorios en comparación con las personas que realizaban una actividad cardiovascular tradicional, a pesar de la baja intensidad del yoga.

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